“EN BUSCA DEL CHAGALAPOLI”
CHANCLA DE PERRO // SAN ANDRÉS TUXTLA Y CATEMACO, VER.
Una de las cosas que agradezco a mi familia es haberme forjado la capacidad de asombro por cada cosa que me gusta, no importa cuantas veces la vea o pruebe. Este viaje no fue la excepción. Por enésima vez visité Los Tuxtlas, región que me sigue sorprendiendo no importando cuantas veces la visite.
Esperé 9 meses desde que se me vino a la mente la idea de documentar y hablar sobre el famoso “Chagalapoli”, y es que, durante 3 meses del año (marzo, abril y mayo) esta sorprendente baya se vuelve la protagonista de la gastronomía de esa tierra bendita.
Nidia es una amiga, cocinera tradicional de la región, y a mi parecer, la mujer referente de la cocina y productos de esa zona. Así que, para dar comienzo a mi búsqueda y probar el aclamado fruto, era necesario ir a visitarla.
¿Dónde fui?
Mi primera parada la hice en La Estancia Rural de Yambigapan, lugar mágico que se asegura de hacerte sentir en contacto con la naturaleza, la cultura y la paz interior. Ahí, dejé mi maleta y agarré rumbo al mercado de San Andrés, ¡uffff! que sensación tan chingona el estar en ese lugar; olor a tierra mojada, hierbas y frutos frescos, lo que viene siendo un mercado bello vaya. Al terminar mi recorrido, Nidia me puso en manos de su hermano Bruno, quien me llevaría a la Reserva Ecológica Benito Juárez a buscar al protagonista de esta historia.
Bruno a parte de ser un guía de lujo, es un tipazo con un acervo cultural de la zona verdaderamente impresionante. La charla, la playlist con Chinese Man, el paisaje y el aire fresco y húmedo hizo que el viaje en la vieja combi de mi nuevo amigo fuera increíble.
Cuando llegamos a la reserva nos recibió Don Arnulfo, un protector de la selva que nos sumergió entre el verde, el azul y la tierra fértil del corazón de Los Tuxtlas mientras nos contaba detalles curiosos de la flora y fauna del lugar.
¿Qué probar?
Fue ahí, en uno de los lugares más maravillosos del planeta, que se dejaron ver gloriosos los racimos cargados de este multifacético fruto. El rojo y el púrpura intenso brillaban con los rayos del sol. No pude evitarlo, corté y me llevé los mas que pude a la boca. Agridulce, ácido y jugoso, así fue mi primera vez con esa belleza. Después no pude parar, me dejé llevar y probé todas las versiones que pude; salsas, agua, licor, mermeladas y jaleas. Que pinche cosa mas sabrosa, cada bocado, trago o nuevo platillo era mas chingón que el anterior.
Te recomiendo el pollo en salsa de chagalapoli que hace Nidia en Yambigapan (también se vale con carne de cerdo o mojarra), el vino de chagalapoli que hacen las mujeres de Anolis en el Ejido Benito Juárez, un agua fresca de chagalapoli en el mercado de San Andrés o cómprate unas canillas y úntale mermelada de chagalapoli con singular alegría, no tengas miedo, de todas formas te van a juzgar.
El resto de mi estadía en Los Tuxtlas estuvo increíble, mucha música, mucho vino (de chagalapoli por supuesto) y sobre todo mucha buena vibra y aprendizaje. De regreso al Puerto de Veracruz, escucho una vieja canción de Los Aguas Aguas aún con la lengua pintada de morado por comer tanto chagalapoli. Manejo despacio y disfruto del viaje mientras mi cabeza no dejaba de repetir: ¡Vaya Baya! ese fruto es una chulada.
Fotografía y Texto por Eddie Zaletas