FRANCISCA Y LOS TOTOPOSTES

31 octubre, 2018

“NADIE DE MI FAMILIA HACE TOTOPOSTES MAS QUE YO, UNA VEZ YO ME PIERDA SE ACABÓ TODO…”
DOÑA FRANCISCA // SAN ANDRÉS TUXTLA, VER.

Conocí a Doña Francisca un jueves por la mañana, estaba lloviendo y era su cumpleaños. Mi guía y amiga, Nidia, me había dicho que era la mejor Totopostera de San Andrés Tuxtla. Llegamos de sorpresa. “Hoy no voy a hacer, es mi cumpleaños”, nos dijo y sonrió apenada. Le pedí que me concediera el honor de tomarle una foto, accedió con entusiasmo y se acomodó afuera de su cocina. Así conocí a Francisca, y sería ella quien me presentara a los Totopostes dos días después.

El día de la cita había llegado, estaba ansioso y manejaba apresurado por llegar a tiempo desde la costa de Los Tuxtlas hasta la casa de Doña Francisca. Cuando llegué la jornada ya había empezado, el maíz ya había sido cocido, lavado y llevado a moler para tener la masa lista. Entré a la cocina en silencio, me detuve a observar a Francisca por varios minutos sin levantar la cámara, sólo observar. El fuego se desbordaba por los lados del comal. El crujir de la leña quemándose, el sonido de la tierra fértil afuera y la jícara raspando la masa creaban una melodía perfecta, que, armonizada con el tibio calor de las brasas solo me generaban paz.

“Todos los días me levanto y le pido a mi madre mía (refiriéndose a la Virgen de Guadalupe) que me de fuerza para seguir adelante con mi trabajo y tener siquiera para pasar el resto de los días de la semana…”, me dijo con ánimos cuando empezamos a platicar.


Tomé la cámara y me dispuse a fotografiar en silencio. Sin interrumpir la melodía de la creación del Totoposte, estaba siendo testigo de la transformación del maíz en una crujiente película de pura sabrosura.

“…la abuelita de mi esposo me enseñó a hacerlo, antes salía a venderlo al mercado para ayudarlo con los gastos, pero ahorita ya no, ya la gente viene o me lo pide por encargo”.  Mujer cándida y humilde, de pocas palabras, con un respeto y orgullo increíble por lo que hace con sus manos. Mientras la fotografío parece que está en trance, como comunicándose con el maíz, concentrada y serena, es asombroso presenciar la pasión de manos del productor tan de cerca.



La pila crecía y la masa se acababa. Su nieto se acercó curioso, y me atreví a preguntar si alguien más de su familia sabía hacerlos, la respuesta fue directa: “Siempre les digo, coman ahorita porque yo estoy aquí. Nadie en mi familia hace totopostes mas que yo, una vez yo me pierda se acabó todo…”


En poco menos de hora y media Doña Francisca había hecho 100 Totopostes. Me dejó probar el último salido del comal, no sin antes advertirme, “le falta que lo prepare, espérese”. No hice mucho caso y le di una mordida; crujiente, delicado, tostado perfecto, era una chingonería. Vi sus manos embarradas de masa, desprendían aún calor por el tiempo junto al fuego. Eran el resultado de “la chinga” como decimos por acá. Un poco más de 40 años transformando el maíz en esta deliciosa tortilla crujiente.


Pasamos al comedor dónde tenía la mesa preparada con pollo en adobo, lechuga. tomachile (salsa de chile y tomate chiquito), frijoles de olla refritos con manteca, queso seco y mole. “Ahora si va a ver”, sentenció. Su hija ayudó a la preparación de cada Totoposte. Nos sirvió hasta saciar. El primero cayó de pollo en adobo, le pegué a otro de puro tomachile con frijol, lechuga y queso, y para rematar me empujé otro de mole (por aquello de vivir la experiencia). Que madre tan más buena.

De origen pre hispánico el Totoposte lleva de cientos años acompañando la cocina mexicana, ya sea simplemente con frijol y salsas, rodado o raspado, de viento o gordo, el Totoposte es desde plato fuerte hasta acompañamiento de un sin fin de platos.


Originaria de Texalpan de Arriba, (localidad perteneciente al Municipio de San Andrés Tuxtla, Veracruz), madre de cuatro hijos, abuela de seis nietos, cocinera por convicción y sin duda una mujer chingona, no me queda más que darle las gracias por todas las atenciones, por compartir el conocimiento y permitirme entrar hasta su cocina.

Finalizo esta historia con sus palabras: “…Y no me da vergüenza hacerlo, ni me da vergüenza el origen de donde vine, y espero que mis hijos que me van a ver, porque me dijeron que me van a ver en el feis, que no se averguencen de lo que hago, porque esto no es algo malo, al contrario es algo que hago con gusto para ayudar y para sobrevivir…”

Fotografía y Texto por Eddie Zaletas